Los Fernández (creadores de la marca Chepa Cookies) siguen siendo noticia. Cada año introducen al
mercado nacional nuevos dulces exquisitos al paladar; dictan cursos de panadería
artesanal y elaboración de golfeados,
con los cuales muchas personas
emprendedoras se han capacitado y han podido iniciar sus propios negocios.
Por si fuera poco, de tanto contar la conmovedora historia del origen de
la empresa: de cero (cero capital, cero conocimiento, cero equipos, etc) a ser
de acero (por haber vencido numerosos obstáculos) ya se trata de una
conferencia titulada: Motivación al Emprendimiento, que dicta José Antonio
Fernández, hijo de Josefina “Chepa” y Jesús Antonio, en los lugares donde sea requerida, organizaciones
comunales, de emprendedores, de apoyo a la mujer, entre otros.
Desde pequeño José Antonio vio en sus padres
una actitud de emprendimiento, cuenta que su abuela hacía suspiros, su mamá,
Chepa preparaba tortas, mientras que su papá, como buen administrador “conocía a todo el mundo” por
ser comunicativo y con muchas relaciones. Ir a visitar a la familia Fernández era salir
premiado con suspiros o galletas. Fue el boca a boca lo que hizo que esta
familia de la mano de su joven hijo decidiera hacer pedidos por encargos para
cumpleaños. En uno de esos encargos un cliente les sugiere la idea de llegar a
los supermercados.
A José
Antonio “se le prende el bombillo”, sale corriendo a una fábrica de latas,
compra algunas y empaca 68 polvorosas, que vende a través de un intermediario, al cual cede el 40%. En Diciembre de ese año, vendió 300 cajas
de polvorosas. Hoy en día José Antonio confiesa que ese número de 68
polvorosas, comercialmente, no tiene
sentido, pero funcionó en ese momento.
José Antonio es Ingeniero químico, trabajó
en una cadena de supermercados en donde llegó a ser Coordinador de Operaciones,
allí aprendió como es la relación con los proveedores; luego fue vendedor de
productos químicos para industrias, donde obtuvo la experiencia y los contactos
que más tarde serían un soporte de
comercialización. se dice fácil, pero hubo un momento en que la
inversión para financiar el proyecto Chepa era la mitad del sueldo de José como
empleado en una empresa.
Constituirse
legalmente, registrar el nombre de Chepa Cookies y sacar los permisos
sanitarios, de SENCAMER para los empaques
y lo concerniente al SENIAT fue el siguiente paso. Aprovechando los
contactos que dejó en su paso por la referida cadena de supermercados, José
ofreció su producto y logró una alianza que establecía la exclusividad de las
polvorosas Chepa, vendiendo 3 cajas al inicio y al final del año 14 cajas
semanales.
Impulsado por el amor y apego familiar, José
Antonio decide renunciar a su trabajo y dedicarse de lleno al proyecto
Chepa Cookies, al descubrir su pasión
por aplicar en su propio negocio la experiencia acumulada.
Pasado
algún tiempo reciben la visita de uno de los representantes del supermercado,
en la fábrica de polvorosas -que para ese tiempo era la casa de la familia-
quien observa que además de polvorosas producían otros subproductos de consumo
interno y les ofrece la posibilidad de mercadearlos a nivel nacional.
Actualmente, los productos de Chepa Cookies se pueden adquirir en
Caracas, Miranda, Aragua, Carabobo, Lara, Yaracuy, Portuguesa y
Anzoátegui.
Durante la entrevista realizada a José
Antonio en el programa “Emprendedores” la audiencia apreció varias lecciones.
La primera es aprovechar las oportunidades, (si mamá sabe de dulces, papá sabe
de administración y el hijo sabe de ventas, juntos podemos emprender) la
segunda y quizás la más reveladora es que el éxito surgió desde el momento en que toda la familia Fernández
se enfocó a trabajar en un objetivo común: Chepa Cookies. La tercera radica en
delegar tareas. Jesús Antonio, su padre, produce exquisitos golfeados y es
administrador. Aun cuando podría llevar la contabilidad, contrataron los
servicios de un contador, lo que significó más tiempo para producir golfeados y
dinero para pagar tales servicios. De
haber hecho lo contrario, la calidad de los golfeados se habría afectado y
desencadenar el debacle.
Como toda empresa familiar, al principio no se
asignaron sueldos específicos porque después de comprar los materiales de
producción, el poco restante se destinaba
a los gastos de la casa. José Antonio explica que eso no funcionó porque desde
el punto de vista contable es un problema y lo más probable es que alguien use
el dinero del negocio para el pago de bienes o servicios personales. Aconseja
-con su experiencia- fijar un sueldo para todos los involucrados, aunque sea
pírrico, porque es más sano y motivador.
La pasión que le pone José Antonio al
negocio lo lleva a ser toero, vocero,
relacionista, publicista, vendedor, entre otras funciones inherentes a la venta
de los productos Chepa Cookies. Este slogan
lo redactó en una oportunidad para resumir los productos que elaboraban: “Polvorosas
para la buenas mozas, Suspiros para los niños, Alfajoles para los trabajadores,
Galletas para un 20 en la boleta, Quesillos para los chiquillos, de Coco como el
que yo como, Cheese Cake de Arequipe para Felipe y de Chocolate para enamorarte…”
Nuestro entrevistado dejó una reflexión que compartimos con ustedes:
“Muchas personas tienen que quitarse de la frente la etiqueta de crisis que le
impide avanzar. Si cambias la etiqueta de crisis por la de oportunidades,
seguro sentirás su efecto”.
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